viernes, 29 de diciembre de 2017

Alejandra Pizarnik . . .

Alejandra vivió en París durante unos años hasta el año 1964 donde trabajó para la revista Cuadernos y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy. (Susana Haydu. Alejandra Pizarnik: evolución de un lenguaje poético).

En su trayectoria como poeta conoce escritores e intelectuales muy importantes hispanoamericanos. En estas circunstancias se da a conocer como poeta y desarrolla una gran amistad con Julio Cortázar, Octavio Paz y otros grandes escritores de su tiempo. En los círculos intelectuales que frecuentaba se distinguió por ser firmemente apolítica situación que no la perjudico pues su poética esta muy alejada de las tendencias que seguían muchos de sus colegas post vanguardistas. 

Por otro lado, Pizarnik estuvo muy influenciada en su lirismo por Antonio Porchia, los simbolistas franceses, en especial Rimbaud y Mallarmé. En parte de su obra suele destacarse el espíritu romántico y las tendencias surrealistas que marcaron su trabajo poético.

Alejandra Pizarnik fue una de las voces más singulares e importantes de la poesía argentina y de la poesía contemporánea en general. Además una de las voces más representativas de la generación del 60. Pizarnik es considerada como una de las poetas que marco las posteriores generaciones de ese país, además de abrir una puerta para las nuevas generación de mujeres poetas. Fue portadora además de un itinerario poético muy vinculado a su tragedia personal según afirman algunos críticos que han estudiado su obra. 

Desde el punto de vista formal la escritura de Pizarnik es libre, transgresora, y escueta. Ella no guarda fidelidad con la métrica clásica, más bien se podría decir que viola los parámetros establecidos por los poetas de su generación. Sus versos, casi siempre sostenidos en espacios en blancos, prosa poética y poesía en prosa se entrecruzan para dar lugar a una voz personal e íntima ajena a cualquier tipo de formalidad. 

En su estructura se mezclan la realidad autobiográfica de sus sentimientos de expresión onírica, de sus palabras y de sus adjetivos sorprendentemente contradictorios, y repeticiones. Su vocabulario está también cargado de señales recurrentes, palabras como cansancio, mar, infancia, luz, sangre , pájaro, ser, tiempo y espejo. Utiliza como metáforas el suicidio, viaje, irse. 

Respeto a los temas explorados por Pizarnik es posible detectar tres: los dobles, la perdida de la infancia y la muerte. El tema de los dobles, del otro yo, es recurrente en la literatura de la segunda mitad del siglo XX y es una constante en la poética de la autora.

Su primer libro fue “La tierra ajena” (1955), más tarde publicaría “La última inocencia” (1956), volumen dedicado a su psicoanalista Oscar ostrov, “Las aventuras perdidas”, (1958), “Los trabajos y las noches” (1965), “Extracción de la piedra de la locura” (1968), “El infierno musical” (1971), Libro en prosa “La condesa sangrienta” (1971).

Alejandra termino su vida, suicidándose con una sobredosis de Seconal el 25 de septiembre de 1972 cuando apenas contaba con 36 años de edad. Años después de su muerte su obra pudo ser recuperada y fue publicada bajo el título de “Poesía completa” o “Prosa completa”.

Proponemos un acercamiento a la poética de Alejandra Pizarnik en algunos de los poemas que corresponden a su poemario “El árbol de Diana”. Trataremos de ver como dialogan estos poemas con algunas de las propuestas teóricas de Román Jacobson, y los principios teóricos de análisis sobre los diferentes planos de Yury Lotman.

El “Árbol de Diana”, publicado en Buenos Aires en el año 1962, provocó la admiración y el apoyo de Octavio Paz, quien escribió su prólogo y en donde presenta estos textos como poemas “que producen un calor luminoso capaz de quemar, fundir y hasta volatilizar a los incrédulos”.

“El árbol de Diana” nos remite a la diosa de la mitología, la cazadora. Según algunas tradiciones. Ella, es hija de Démeter ( diosa de la fertilidad), a quien presentan muchas veces con una gran belleza y desnuda. Diana, tenía habilidad como cazadora y se mantuvo eternamente virgen y joven por lo que siempre fue un emblema de las doncellas jóvenes. Ella nunca conoció la dependencia hacia los hombres y andaba siempre armada con un arco, con el que cazaba y perseguía a sus víctimas. Era muy propicia a la cólera y extremamente vengativa. Se ha identificado a la diosa Diana, con la luna errante corriendo por las montañas y también con la libertad. Además se le ha reconocido como la diosa de los humildes, los plebeyos, o el sector popular.

El mito de la diosa Diana puede inscribirse en este álbum de Pizarnik. Puede verse reflejado en las voces fragmentadas y las metáforas que pueblan algunos de sus poemas como también en pequeños fragmentos que muchas veces se identifican con esa “ella” que remite la voz poética. 

Quizás la voz poética trata de alegorizar el mito de Diana o como bien expresa Gerpí, “Pizarnik va a la mitología para buscar fragmentos poetizables.” Yo más bien pienso que Pizarnik en su trayectoria poética, se identifica con la figura de Diana por ser esta una diosa rebelde, fuerte, a veces un tanto irreverente a los principios que gobiernan el mundo poético como veremos en su poemario “El árbol de Diana”.